Archivo de diciembre 2007

Blanca Navidad…

Y si no brillasen todas esas luces en la calle. Y si el centro comercial cerrase sus puertas y las tarjetas no fueran solidarias sólo con nuestros caprichos. El día que ser feliz no significara ser una isla a los problemas del mundo y actuar en consecuencia. Cuando las sonrisas más sinceras no sean las de la dependienta del Corte Inglés. Puede que ese día me empiece a gustar la Navidad.

El año que la Navidad no se adelante a Noviembre, cada vez un poquito más. El día que no ahoguemos los rigores del crudo invierno creando microclimas tropicales caseros, porque no haya invierno quizás. En el momento que el Ártico no se derrita un 10% más que el año anterior y en Bali nadie disponga crecimiento económico sobre supervivencia global. Puede que en ese día disfrute más de la Navidad.

Delincuentes de carretera

Aplaudo la reforma del Código Penal que supone un endurecimiento de las penas para quien haga locuras al volante… y lo pillen. Creo que sólamente de esta manera seremos capaces de luchar contra conductas cláramente arraigadas en nuestra sociedad, como ejemplo los 154 detenidos (!) en la primeras 48 horas de puesta en marcha de las nuevas medidas.

Me parece increible: 154 personas detenidas con más de 1,2 gr. de alcohol por litro de sangre ó a más de 180 km/h por carretera ó a más de 110 km/h por ciudad; 154 que se han detectado en sólo 48 horas! Y son tantos casos, porque son conductas asumidas como normales, les hacemos la vista gorda o incluso se elogian en algunos segmentos de la población; no olvidemos que la mayoría de los casos sucedieron en la noche del sábado y muchos de los detenidos eran jóvenes.

Está claro que una medida así venía haciendo falta. Son muchos los casos en todos los hospitales y cementerios de España donde como último responsable está el alcohol o la velocidad, o ambos. Pero, para muchos conductores, no han bastado las campañas de sensibilización ni el carnet por puntos. La única opción que quedaba era ésta, que al fin y al cabo es la «educación tradicional española»: la letra con sangre entra.

Luto

Se han confirmado nuestros peores temores. Alguien ha tenido la sangre fría de apuntar a otro con un arma, cara a cara y apretar el gatillo, sólo por una idea. Porque hay ideas que matan, ideas decimonónicas en cabezas simples. Ideas locas llenas de odio que nos sumen en amargura y pena. Porque la vida de una persona, ha dejado de existir por una idea. Triste.

Ayer, en el entierro, algunos gritaban proclamas en favor y en contra de políticos, de ideas. Yo prefiero callar y sentir mínimamente el dolor de una familia destrozada. Y desde aquí ofrecer mi más sentido pésame.
tristeza

La verdad de la telebasura

Y henos aquí, embrollados una vez más en el continuo debate de las televisiones. En el mirarse el ombliguito, lleno de roña, de los periodistas, la fustigación más o menos salvaje de los televidentes y la sorpresa (oh!) de los políticos. Volvemos a discutir sobre la telebasura cuando el cubo boza.

Pienso que el problema no está en el contenido de ciertos programas de televisión, sino en el hilo conductor que ha provocado este hecho y como último responsable el inconsciente colectivo. El instinto morboso subyacente en nuestra «avanzada» sociedad de la información. Esa necesidad tan humana-animal de ver lo mal que lo pasan los demás para sentirnos mejor con nuestra propia vida. Y que no es fruto de internet o del diario de Patricia, sino que ya ocurría cuando lapidaban a alguien hace unos dos mil años.

Esas bajas pasiones que, a mi parecer, sólo exorcizamos por medio de la Cultura, con mayúscula. Algo que desde hace ya un par de generaciones, comienza a escasear. El problema no está en lo que los directores de cadena programen para emitir en sus cadenas privadas, sino en la pobre educación que sigue subsistiendo e inundando la sociedad de este país.

Ahora vendrán los políticos en manada, con el control sobre los contenidos en la televisión… Normas de tutela de un Estado para menores de edad, porque eso somos, una sociedad menor de edad. Porque nos gusta Gran Hermano, necesitamos un Gran Hermano. Una cataplasma para las consecuencias de nuestro regodeo en el fango, pero no una solución. La solución no llegará hoy, sino en el mañana de dentro de unos años y no está en las normas restrictivas, sino en la educación y en los valores que transmitamos a nuestros hijos. Al menos, confío en que así sea.


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