Papeles mojados. Programas electorales enfermos de Alzheimer. Las nalgas agradecidas ante el suave tacto del cuero del sillón. La voz más alta, más grave. Nuevas palabras en su vocabulario, tecnicismos del cargo.
El peso sobre sus hombros, un pueblo bajo su responsabilidad de gobernante. «No los defraudaré, seré un gran político», debió pensar, mientras se embolsaba su primer millón. No dejarse cegar por la opinión de nadie, «esos jueces no saben lo que dicen…»
Nunca fue ajeno a las preocupaciones y problemas de su pueblo, son los que mandan. Pero quien le mantienen son otros, con preocupaciones y problemas más importantes que el hecho de que una fábrica exceda los límites de ruido o que donde iba un parque ahora vayan pisos.
«Aquí mando yo y no me vais a decir cómo gobernar».
La tragicomedia de los Ayuntamientos en España. Nuevos capítulos mañana, en tu quiosco.